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Además de de esta arbitrariedad en cuanto a la elección de los finalistas que, en gran parte, depende del gusto y aficiones de los miembros del jurado lo que se ha leído entre los textos seleccionados son sensaciones antes que acciones. Pensamientos antes que hechos. Reflexiones antes que situaciones. A estas elecciones narrativas en las que parece mal visto narrar una historia, por muy corta que sea, podríamos añadir una tendencia a escribir poemas en prosa, o al menos eso parece tras leer numerosos microrrelatos en los que se usan muchos adjetivos pero se infla mucho su contenido. Siempre se usa como ejemplo de microrrelato el famoso dinosaurio de Augusto Monterroso y la razón puede ser que en dos frases se cuenta toda una HISTORIA, fabula, sorprende y conecta con el lector. Quizás la imaginación esté poco valorada en la actualidad y en mi caso, como participante del concurso he tratado de probar todas las posibilidades con haikus y poemas convertidos a prosa. Con ejercicios literales de cortar y pegar textos, es decir, collages. E incluso con narraciones interesantes o no, pero relatos al fin y al cabo.