25 oct 2012

LOS CUENTISTAS

Llevamos inmersos, más de media década, en una revolución tecnológica que propicia la multiplicación de manifestaciones culturales de forma simultánea y cercana. Casi todas las personas que usamos internet podemos escribir, expresarnos y por si fuera poco, difundir lo que creamos o simplemente hacemos, por medio de blogs y páginas web con la seguridad de que tendremos lectores, espectadores o simplemente seguidores, ya sean miles o sólo algunos. Hemos terminado con los fanzines y pasquines impresos pero existe una multitud de voces desperdigadas e interconectadas en el espacio virtual. Leemos, escuchamos y vemos más obras literarias, musicales y visuales que nunca. Tampoco debemos olvidar las redes sociales y los comunicadores instantáneos y directos a base de pocos caracteres.
Este cambio ha motivado variaciones fundamentales en la relación entre los medios de comunicación y nosotros, receptores. Incluso ha variado la forma de relacionarlos entre nosotros mismos, con menos paciencia, de forma más inmediata y breve. Gracias a estas innovaciones cada vez leemos y mostramos más relatos cortos, microrrelatos y nanorrelatos o “twitteos” para entendernos. El auge de la imaginación en pequeñas dosis es inagotable.
Pero tenemos que observar a los verdaderos narradores de nuestra época, a esos gobernantes o representantes elegidos en las urnas, a esos grandes embaucadores que no quieren hacer recortes pero deben hacerlos. Y los proponen, los acometen y los admiten también en caso de estar en la oposición. Que prometen lo que sabemos que no cumplirán. Que se defienden entre ellos ya sea criticándose o colaborando en sus objetivos como clase política y corporativa que son.
Ellos son los auténticos cuentistas que, afortunadamente, no tienen tiempo -o no quieren- escribir sus propios microrrelatos aunque los titulares y noticias -que alimentan con sus declaraciones- suenen a verdaderos cuentos chinos.
Así que mientras podamos, lo mejor será evitar que sean narradores en la red o en cualquier medio impreso. Y no es broma ¿o nadie recuerda los mejores cuentos prologados por Ana Botella Serrano? Los políticos ya intentan engañarnos continuamente, pero nuestra labor debe ser impedir que fabulen.
Podemos asumir que cada cuatro años votemos al candidato menos calvo para que nos pueda tomar el pelo sin demasiada vergüenza. Pero asumir que nos hagan soñar, eso no, por favor.
Pablo Vázquez Pérez

Este mismo mes de Octubre Ediciones Irreverentes acaba de publicar el ensayo de Noam Chomsky con el título de Ilusionistas. Por este motivo, con la supervisión de Santiago García Tirado, hemos publicado varias reflexiones en el Periódico Irreverentes, acerca de la situación actual. Sí, lo de la crisis y lo mal que esta todo, nos cansa mucho ya, después de estos años, pero cambiar este sistema político y social o, quizás, adaptarlo para que podamos estar todos y no sólo los de arriba, requiere tiempo y constancia. Por eso escribimos unas líneas para opinar aunque fuera "lateralmente" de esta actualidad tan turbulenta.

4 comentarios:

  1. No podría estar más de acuerdo contigo, Pablo, salvo por cuanto llegamos a empobrecer el término de cuentista.

    Un abrazo,

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  2. Hola Pedro.
    Sí, la verdad que he empobrecido un poco ese término al compararlos con políticos. Vamos, que personalmente no los equiparo, el discurso oral de un político en la actualidad es muy pobre, para pensar en grandes oradores hay que saltarse casi cien años.
    Pero es agradable ver que al menos no nos enagañan a todos estos malos vendedores.

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  3. Pablo, tardo un montón de tiempo en descubrir que estás en "Escritorio", por eso no te contesto muchas veces, porque casi no entro aquí y veo que tu escribes bastante. Lo de cuentistas ya se ve que está en tono peyorativo, pues si fuera alabándolos, desde ya mismo, yo dejaba de escribir relatos o cuentos. Es como decir que son PAYASOS (que lo son) pero sin nariz de goma.
    Tornasol.

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  4. Buenísimo tu comentario Tornasol, porque además llamarlos payasos y compararlos con esos profesionales del ciros sería también demasiado, "sin nariz de goma" como bien escribes tú. Gracias por decirlo, muy bien dicho por cierto. Un abrazo.

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Muchas gracias por tus palabras.