Simón llegó serio y cansado a la puerta de la casa. Sacó fuerzas de donde pudo, estirando los músculos faciales hasta que su sonrisa no pareció forzada. Pulsó el timbre y extrajo un folleto lleno de colorines de la carpeta.
- ¿Quiere conocer la verdad?, dijo animoso al abrirse la puerta lentamente.
La mujer contestó sin prisa, sin aspecto ni edad definidas.
- Ya la conozco. Pero… pase, por favor.
Simón entró en la casa, sigiloso y cabizbajo.
- ¿Quiere conocer la verdad?, dijo animoso al abrirse la puerta lentamente.
La mujer contestó sin prisa, sin aspecto ni edad definidas.
- Ya la conozco. Pero… pase, por favor.
Simón entró en la casa, sigiloso y cabizbajo.
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