Era el final del verano y seguía
haciendo mucho calor. Los aldeanos se refrescaban a la sombra, junto al río.
Cuando aparecieron las primeras aletas afiladas, emergiendo fuera del agua,
nadie se extrañó. A los tiburones les encantaban las manzanas y las peras,
sobre todo las de los árboles frutales que lindaban allí con la orilla.
Devoraron todas las frutas que flotaban sobre el agua del cauce, sin dejar ni
un solo rabito, ni unas semillas.
Aunque, días antes, los paisanos
del lugar se lo habían pasado mejor con la visita de los delfines, más
simpáticos y agradecidos.
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Esta noche te cuento |
Pablo Vázquez Pérez
Microrrelato colgado en Esta Noche te cuento, durante septiembre de 2012 con motivo de la propuesta Como fruta madura. También se puede leer en este enlace.