ATARDECER
Bienvenidos.
Bienvenidos.
Es agradable asomarse a la terraza para ver reflejarse el sol sobre los tejados de ciudad.O caminar por el barrio observando las vías tranquilas, apenas sin circulación.
No recuerdo en este momento quién dijo la famosa cita de una imagen vale más que mil palabras, pero tras varios años de asistir a clase y estudiar en la Facultad de Ciencias de la Información, ver miles de películas, videoclips, piezas de videoarte, series y programas de televisión, además de visitar exposiciones de pintura y fotografía, puedo asegurar que no se me ocurre ninguna frase mejor para ilustrar esta página hoy mismo.
Empiezo a colgar hoy algunas imágenes que resumen en pocos trazos lo que he visto (y en ocasiones he sentido) durante estos dos últimos años; aunque por respeto a la fotografía clásica prefiero llamarlas fotillos debido a su poca calidad y nitidez confusa. Han sido registradas con un teléfono móvil que no da para más y muestran lugares y objetos en los cuales no hay retratos, y apenas alguna figura humana. La razón es porque la mayoría de fotos que tengo son de gente que me importa y no me gusta hacerlas públicas sin el debido derecho o cautela por difundir su imagen. Quizás tenían razón las tribus antiguas con su superstición de que la cámara roba parte del alma de la persona a la que retrata.
Estas son estampas de la capital en lugares con bullicio habitual: el Paseo de la Castellana a su paso por Nuevos Ministerios; los tejados del Madrid antiguo desde la Latina hasta Princesa y la Gran Vía en el horizonte; una salida de metro en la zona nueva del barrio de San Blas; una avenida de un barrio nuevo cualquier sábado por la tarde; y la zona de Cascorro al atardecer cerca de donde se concentran los días festivos los puestos del Rastro madrileño.
Las instantáneas están tomadas en días con menor tránsito de vehículos y personas. También desde un punto de vista más cercano al horizonte que a la calle. Y la mayoría a esa hora mágica del día en que el sol se esconde para dar paso a la noche.
Sin embargo qué bonito es mirar de vez en cuando el sosiego en un entorno como el de Madrid, tan poco favorable a ello.
sin otro motivo que caminar, sin prisa por llegar a ver cómo el sol comienza a esconderse.
No recuerdo en este momento quién dijo la famosa cita de una imagen vale más que mil palabras, pero tras varios años de asistir a clase y estudiar en la Facultad de Ciencias de la Información, ver miles de películas, videoclips, piezas de videoarte, series y programas de televisión, además de visitar exposiciones de pintura y fotografía, puedo asegurar que no se me ocurre ninguna frase mejor para ilustrar esta página hoy mismo.
Empiezo a colgar hoy algunas imágenes que resumen en pocos trazos lo que he visto (y en ocasiones he sentido) durante estos dos últimos años; aunque por respeto a la fotografía clásica prefiero llamarlas fotillos debido a su poca calidad y nitidez confusa. Han sido registradas con un teléfono móvil que no da para más y muestran lugares y objetos en los cuales no hay retratos, y apenas alguna figura humana. La razón es porque la mayoría de fotos que tengo son de gente que me importa y no me gusta hacerlas públicas sin el debido derecho o cautela por difundir su imagen. Quizás tenían razón las tribus antiguas con su superstición de que la cámara roba parte del alma de la persona a la que retrata.
Estas son estampas de la capital en lugares con bullicio habitual: el Paseo de la Castellana a su paso por Nuevos Ministerios; los tejados del Madrid antiguo desde la Latina hasta Princesa y la Gran Vía en el horizonte; una salida de metro en la zona nueva del barrio de San Blas; una avenida de un barrio nuevo cualquier sábado por la tarde; y la zona de Cascorro al atardecer cerca de donde se concentran los días festivos los puestos del Rastro madrileño.
Las instantáneas están tomadas en días con menor tránsito de vehículos y personas. También desde un punto de vista más cercano al horizonte que a la calle. Y la mayoría a esa hora mágica del día en que el sol se esconde para dar paso a la noche.
Sin embargo qué bonito es mirar de vez en cuando el sosiego en un entorno como el de Madrid, tan poco favorable a ello.
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