Miguel
salió a la avenida, todo ufano, llevando un palo en la mano y pidiendo cera a
los nazarenos.
-
Es para
el niño Jesús, por favor.- entonaba bajo el bullicio de la calle.
Horas
después moldeaba una bolita de tamaño como las de ping pong y regresaba alegre
a su casa.
Transcurrían
los días y pasaban los tronos. Miguel recogió las gotas de los cirios sorteando
gritos, bulla y amenazas de los hermanos mayores. Sin embargo la bolita de
Miguel ya era mayor que una de tenis, y crecía tan compacta como la bala de un
cañón.
-
Para el
niño Jesús
-
Pa
Jesusín.
-
Sí nene,
para el señor, tiene guasa este crío…- entonaban en todas las calles al ver tan
apañao a Miguel.
Llegado
el domingo de resurrección, Miguel le regaló la bola a su hermano Jesús, que la
recogió feliz en su silla de ruedas.
Y aquí dejo el tercero que presenté al I Concurso de la Opinión de Málaga de microrrelatos sobre Semana Santa. Aquí colgado además.
Los cinco cuentos triunfadores son los siguientes.
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