No pudo evitar mirar de reojo la puerta del
apartamento porque esa mañana la vecina se asomó súbitamente, santiguándose con
determinación. Ignoró a la vieja señora y cuando entró al ascensor su novia le
alcanzó para entregarle el alzacuellos. Se despidieron con un largo beso.
Él se colocó la tira de tela blanca mientras bajaba
hacia la calle. Suavemente, con sus largas manos, alisó unas arrugas apenas
perceptibles de la camisa gris. Al salir del portal se estremeció con el viento
frío. Menos mal que la iglesia estaba cerca.
Pablo Vázquez
Microrrelato publicado en la antología
de la editorial El desván de la memoria.
Información y ventas en los enlaces citados.
¡Gran micro, Don Pablo!
ResponderEliminarEsta es una pieza que -constreñida a lo esencial- contiene una buena carga de crítica. Creo que toda la tensión del micro gravita sobre la palabra "alzacuellos" que resuelve la historia en su segunda línea.
Un abrazo.
Pablo este micro juega con las imágenes sugeridas (alzacuellos, Iglesia) y las prohibiciones injustas que no todos cumplen como historia de fondo.
ResponderEliminarMe encanta ese libro, es una joyita.
abrazos
Pablo, ahora que te has decidido actualizar el blog me verás de vez en cuando por aquí. Tu relato tiene múltiples lectura para mi: La primera es futurista, el día que por fin los curas puedan tener novias. La de que se trata de un cura protestante con vecina católica. Y la tercera, quizás la que has imaginado, la doble vida del sacerdote. Con cualquiera de ellas me quedaría. El relato esta muy bien. Enhorabuena por la publicación. Venga, nos leemos y recuerdos.
ResponderEliminarBuenos días.
ResponderEliminarPedro, gracias por lo del alzacuellos, es verdad que tiene importancia la palabra. Loli, también me leí el libro y este micro es de los más flojos, sin falsa modestia. Ximens, tu comentario es prácticamente un microrrelato, y me gustan las tres lecturas. Abrazos.