Imagen del evento |
Los socios del bufete lo pasaban
en grande, celebrando su nuevo triunfo mientras apuraban los rescoldos de la
última china del porro que compartían. El becario les miraba en silencio porque
era la única persona, consciente allí, del tumulto proveniente de la calle, una multitud
que se aproximaba con paso firme y amenazador hasta el inmueble donde
permanecían juntos los tres letrados. El universitario recordaba las maniobras
perversas con las que sus dos mentores habían conseguido una victoria muy reprochable,
triunfo obtenido sin calibrar el ímpetu de una veintena de personas enfurecidas
y dispuestas a llegar hasta el despacho. El joven observaba la escoria que
quedaba al caer la ceniza sobre la mesa de caoba. Le daba vueltas al mejor
argumento para huir, alertado por las voces que se acercaban subiendo la
escalera. Se levantó de la silla, abrió la puerta y antes de salir -levemente
inclinado- les dijo a los dos socios de la firma
- Ha sido un placer aprender con
ustedes, caballeros, les dejo con unas visitas.
Pablo Vázquez Pérez
Y llegó la tercera y última jornada del evento Primavera de Microrrelatos Indignados 2013.
Hay muchos textos más que se pueden leer en La colina naranja, y los demás organizadores:
Relatos de andar por casa, Pliegos voladores y Explorando Lilliput.
En este caso, aunque he rescatado y retocado un microrrelato antiguo, pienso que tiene el tono requerido, no digo que sea redondo, sino que va con el tema. Gracias por leerlo.
Relatos de andar por casa, Pliegos voladores y Explorando Lilliput.
En este caso, aunque he rescatado y retocado un microrrelato antiguo, pienso que tiene el tono requerido, no digo que sea redondo, sino que va con el tema. Gracias por leerlo.
Pues muy bueno, Pablo, me ha gustado bastante aunque lo de la escoria que quedaba sobre la mesa no lo llegué a entender.
ResponderEliminarPepe Jiménez
Hola Pepe
ResponderEliminarPues lo de la escoria era para junatrlo con lo de las cenizas pero como es un microrrelato que reciclé de otro concurso y exigían cinco palabras, enter ellas escoria, la metí con calazador y así la he dejado. Vamos, que con la ceniza bastaba, aunque en este caso la escoria es para insultar a los letrados del cuento, ¡vaya rollo! Un abrazo.
Las acciones individuales son fundamentales en la situación que vivimos. En este caso dejar esa puerta abierta. En mi juventud se llamaba aprendiz, pero el becario es otra cosa más denigrante, sobre todo si lo eres aún a los cuarenta años. Nos barricamos.
ResponderEliminarSí, lo mejor es abrir la puerta que bastante nos la cierran ya.
EliminarA ver si me pillo (legalmente) la Antología de Talentura. Por cierto, el que tengo en e-book (pero aquí en el portátil) es el de London (ay) En cuanto lo lea te digo algo. Un abrazo.