Zacarías llegó al pueblo
empujando su Bultaco, con las alforjas colgando, el motor y las ruedas
llagadas. Unas horas después comenzaron a venir motoristas desde muchas
ciudades, países e incluso otros continentes. Todos conocían al viajero que
había recorrido el mundo, tantas veces, a lomos de su abollada máquina.
En apenas dos días, la población
se había centuplicado con los forasteros y lugareños que mirábamos perplejos a
las orillas del río. Nadie era capaz de pronunciar el nombre de la leyenda, el
mismo que incendió a bordo el bote con la moto, mientras la corriente los
guiaba hacia el mar.
Pablo Vázquez Pérez
Para el tema MOTOS, envié dos microrrelatos al concurso Relatos en Cadena, edición de verano. Pulsando abajo se pueden escuchar los tres finalistas (el mío solo se puede leerlo aquí, claro)
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